El 12 de octubre, obviamente no era fiesta en Letonia, así que aprovechando que estaba todo abierto y que el tiempo no acompañaba, por la mañana me fuí a conocer más de Riga pero a cubierto, es decir, de museos.
Primero me acerqué a la Casa de las Cabezas Negras, probablemente el edificio más conocido de la ciudad, para verlo por dentro.
Descubrí que, aunque la casa fue construida en 1334 (eso dice la inscripción en la fachada y los documentos históricos), en la Segunda Guerra Mundial fue bombardeada y quedó en ruinas, y esas ruinas fueron echadas abajo por su peligrosidad al terminar la guerra, con lo que todo lo que se ve es una reconstrucción de 1999 (a excepción del sótano y los cimientos, que sí son los originales).
La historia de la Casa es curiosa y perteneción a un poderoso grupo de comerciantes alemanes, la "Hermandad de las Cabezas Negras", que operaba en la antigua Livonia (las actuales Estonia y Letonia) hasta el Siglo XVIII (en Tallín también pude ver la Casa en esa ciudad, menos lujosa, aunque eso si, la original -ver Crónicas Bálticas (4)-). Este gremio, surgido en el Siglo XIV, estaba integrado por los jóvenes comerciantes solteros hasta que les admitían en el Gran Gremio y por comerciantes extranjeros en Livonia, y su nombre se debe a que la hermandad estaba dedicada a su patrón, el santo africano San Mauricio, un mártir de los primeros cristianos que murieron en Suiza en torno a 280-300 dC; su cabeza es la imagen del escudo de armas de la Hermandad. En todo el interior de la Casa se puede ver su escudo en muebles, paredes, ventanas, etc. Luego se usó como sala de reuniones del Ayuntamiento, y ahora sus salones de asambleas y de baile se utilizan para actos oficiales, recepciones y reuniones de empresas, etc.
Otra muestra de los contrastes arquitectónicos (y generales) de Riga es que en la plaza en la que está situada la Casa de las Cabezas Negras hay justo en medio hay un edificio cuadrado y oscuro de la época soviética que ahora alberga el Museo de la Ocupación -ver Crónicas Bálticas (2)-, y que delante hay una estatua también de estilo soviético homenajeando a los letones que participaron en la Revolución Rusa...
Después visité el Museo de la Ciudad y de la Navegación, que realmente es un museo de historia de la ciudad, porque de la navegación hay un par de salas con algunas maquetas y poco más. Está ubicado en un anexo de la Catedral luterana, y es interesante por los mapas y las fotos de la Riga antigua y por ver la evolución de la ciudad, aunque para los que no sean historiadores puede resultar un poco pesado, pues no es muy "visual". El edificio en sí es bonito, da al claustro de la catedral y tiene un salón de baile con columnas.
La visita más impresionante fue la subida al campanario de la Iglesia de San Pedro, un mirador excepcional en pleno centro de la ciudad, muy cerca de la Casa de las Cabezas Negras antes mencionada.
La iglesia data de principios del Siglo XII y originariamente iba a ser la catedral principal de la ciudad, aunque después tubo usos incluso militares, pues durante los combates con la orden de Livonian en el techo del edificio fueron instaladas catapultas. La torre de la iglesia, cuyo chapitel era originariamente de madera, ha sido destruida y reconstruida 3 veces, la última vez ardió tras unos bombardeos en el día de San Pedro en el año 1941, y en 1971 fue reconstruida en su estado actual pero ya con armazón metálico. A pesar de la altura de la torre (de 123 metros), afortunadamente hay un ascensor que, previo pago (3 lats) te lleva en un momento al mirador, a 72 metros de altura.
Como podeis imaginar, las vistas de toda la ciudad desde la torre son estupendas (y el frío y el viento que hace ahí arriba, también es "estupendo", je, je), las muestro rotando en el sentido de las agujas del reloj:
El Palacio de la Cultura y de las Ciencias (también llamado "la tarta de cumpleaños de Stalin"), en el barrio Maskavas, el Mercado Central, y al fondo la Torre de Telecomunicaciones:
Los puentes del ferrocarril y Vansu sobre el río Daugava, y parte del casco antiguo con la Catedral Luterana:
El barrio Art Nouveau, con la Catedral Ortodoxa en el parque de la Explanada:
Pero el día finalizó de manera muy diferente: en la recepción de la Embajada Española en Letonia el día de la Hispanidad, una experiencia bastante "esnob" y surrealista. os cuento:
M, como residente registrada, estaba invitada a una recepción que hacen todos los años a la que invitan a la reducida colonia española en Letonia.
Este año era en la planta 13 del Albert Hotel (otras vistas cojonudas de la ciudad al anochecer), y cuando llegamos resulta, pero cuando llegamos resulta que había más de 100 personas y que la mayoría eran extranjeros: diplomáticos de otras Embajadas, letones (y letonas) relacionadas con españoles... Total, que casi había que buscarnos con lupa...
El acto protocolario fue un paripé, como no podía ser de otra manera (mucho protocolo, mucha presentación, etc., sólo faltaba el mayordomo con la bandeja de Ferrero Rocher), pero tuvo su punto folclórico, con un guitarrista nórdico tocando los himnos español y letón a lo Paco de Lucía; hubo también un discurso en español, inglés y letón que había que interrumpir cada poco; pero después ya vino lo importante: un generoso vino español con abundante jamón y susrtido de ibéricos, y de postre unos churros ya mojados en chocolate... Vamos, que en apenas una hora salieron a relucir un buen número de tópicos del "Spanish way of life", ja, ja.
Entre los que conocí de la colonia española, había mucho varón y poca mujer, la mayoría por haber conocido a alguna letona (no me extraña, nunca he visto una ciudad con tanta concentración de mujeres guapas), e intentando establecerse en un país con dos lenguas difíciles a cual más y con muy pocas empresas españolas asentadas y en general con escasas relaciones económicas con España. Pero bueno, uno tenía un bar de tapas (el "Madrid Bar de Tapas", en Valdemara Iela, 61, aprovecho para hacerle publicidad), otro se había puesto de abogado para empresas importadoras, otro de informático, otro trabajaba en la Embajada, otro de profesor de español... Me gustó saber que aún hay gente "echada para adelante" que es capaz de irse a tierras lejanas a abuscarse la vida...
La verdad es que fue divertido, y además tuvo su punto de glamour, no siempre te invitan a una "recepción del Embajador", ja, ja.
Para terminar, y como contrapunto a tanto protocolo, no me resisto a poner la foto de una cadena de tiendas que hay por toda Riga y en las que puedes comprar casi de todo, cada vez que veía una me daban ganas de abrir una en Barcelona:
Drogas... ¿A que mola?
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domingo, 16 de octubre de 2011
Crónicas Bálticas (4): Escapada a Tallín y Helsinki
En esta nueva escapada a los países bálticos a primeros de Octubre, aprovechando que aún no ha empezado a nevar (aunque ya hacía frío, entre el viento y la humedad, casi como en pleno invierno en España) hicimos un pequeño viaje de 3 días a Tallín, y además uno de los días fuimos en ferry a pasar un día a Helsinki.
Tallín es una ciudad con un casco histórico muy bien cuidado, además tiene un aire un poco "alemán" (salvo por la catedral ortodoxa), le pasa lo que a Riga, su pasado hanseático y ruso se nota en muchas de las casas y edificios del centro. De hecho la historia de la ciudad (y de su país, Estonia) es paralela a la de Riga (y de Letonia) que ya he comentado en mi Crónica Báltica nº 1, y los tics nacionalistas y anti-rusos también se reproducen en esta república báltica, pero bueno, eso es otra historia.
Recorrer el citado casco antiguo y rodear sus murallas y torres es una delicia, como os digo está muy bien conservado y es muy bonito, y además como está construido en una pequeña colina las vistas desde algunos miradores son muy buenas.
Lo más conocido es la famosa Plaza del Ayuntamiento, en la Ciudad Vieja (visitad la Antigua Farmacia, de 1422 y aún en funcionamiento, es auténtica...), pero las mejores vistas están en la Colina de la Catedral ("Toompea"), donde están las 2 catedrales, la ortodoxa y la luterana y además las sedes del Parlamento y del Gobierno y de algunas embajadas.
Toda esta zona, muy cerca del Puerto y de la Terminal de Ferries, realmente no es muy grande y la puedes conocer perfectamente en un día. Además es la más turística y está llena de restaurantes y cafeterías (y también de Karaokes -curioso, les debe gustar el género-, y de clubs nocturnos de dudosa reputación); también te encuentras muchas casas de antiguos comerciantes alemanes, con ese estilo alemán-holandés, y algunas antiguas sedes de los gremios, muchos coincidentes con los de Riga: las Cabezas Negras, el Gran Gremio, etc.
Y no dejas de ver alguna "curiosidad" (por ejemplo, una casa de estilo neoclásico que fue primero sede de una asociación de periodistas, y después sede de la KGB en Tallín durante la etapa soviética):
Lo que ya no me gustó tanto es que justo al lado del centro medieval está la zona de negocios con bastantes edificios modernos y muy altos y varios centros comerciales, sin una zona de transición con la ciudad antigua, con lo cual a veces estos edificios tapan o afean la vista general del casco antiguo... Pero bueno, son cosas del desarrollo, o eso dicen.
Otro día fuimos paseando desde el Puerto moderno hasta el Museo Marítimo de Estonia, en el Puerto Viejo (tiene otra sede con documentación y maquetas en la Ciudad Antigua), atravesando una antigua zona industrial hoy medio abandonada. El paseo no es especialmente bonito pero sí muy curioso, y en el Museo Marítimo, en obras, tienen algunos patrulleros de la época soviética y un rompehielos de pricipios del siglo XX, el "Tallin", que dicen que es el mayor que se construyó de vapor, y está en perfecto estado. Pude subirme y fisgar un poco, hasta que me echaron porque fuimos el día de descanso del museo:
Lo que no pudimos ver es la otra joya del museo, un submarino estonio de antes de la Segunda Guerra Mundial, que estaba en una nave en obras y tapado con una lona... Una pena (esta foto es de años anteriores cuando se podía visitar):
También visitamos un gran parque que hay al este de la ciudad, el parque Kadriorg, cerca del mar y donde está la residencia el Presidente y el Palacio Kadriorg, construido por Pedro el Grande y hoy un Museo de arte clásico. En el parque hay varios museos (entre ellos el de arte moderno KUMU) y un enorme auditorio, pero no pudimos visitarlo muy a fondo, la verdad, dimos un paseo y poco más.
La ciudad no es muy grande, tiene unos 400.000 habitantes, y te mueves bastante bien a pié por el centro, pero para ir a algunos puntos hay que coger el tranvía o el autobus, ya que como muchas ciudades soviéticas los extrarradios son muy extensos y se construía bastante disperso. En cuanto a los precios, bastante cara, por el estilo de Riga (el precio estandar de un café eran 2 Euros -por cierto, ya tienen el Euro-).
En general es una ciudad cuyo casco antiguo merece la pena visitar, quizá mejor cuidado y más vistoso que el de Riga, aunque como ciudad en general creo que es más atractiva Riga, sobre todo por la parte modernista, los parques del centro y el ambiente en general.
Y como os decía, otro día pasamos en el ferry a Helsinki (fuimos en Tallink, aunque hay más compañías -Viking y otras-; por cierto, lleno de bares y de tiendas de alcohol -los finlandeses aprovechan el viaje para comprar alcohol y tabaco más baratos-, pero sin butacas para poder echar una cabezada, que lo sepais...), en una travesía por el Golfo de Finlandia que haces en menos de 2 horas y que antes suponía pasar el "telón de acero", llegas a una ciudad mucho más avanzada, en la que también notas que estás en un país "de primera" (sobre todo en los precios, es cara de c...), todo impecable, pero sin embargo no es una ciudad con mucho encanto, y de hecho no tiene un casco antiguo demasiado antiguo; sí tiene algunos edificios curiosos y algunos paseos y parques que no están mal, además de poderte subir a veleros antiguos sin problema (como en Estocolmo)...
Todo impecable, eso sí, pero ya está, no tiene demasiado que destacar. Me gustó bastante la estación central de ferrocarril, las dos Catedrales, y algunas vistas de la costa.
Como curiosidad pudimos colarnos en el Estadio Olímpico.
Me quedaron ganas de ir a una isla-fortaleza-musó que hay en la costa de la ciudad, Suomenlinna... Otra vez será.
Lo que sí notas es la gran diferencia económica que existe entre Estonia y Finlandia, que estando tan cerca geográficamente y culturalmente (hablan lenguas de la misam familia -e ininteligubles ambas-), económicamente están aún a mucha distancia... También es evidente que, a diferencia de los países bálticos, que quieren borrar su pasado reciente a toda costa, en Helsinki conviven con su pasado de dominio sueco, y después ruso, sin mayores problemas. De hecho el sueco es cooficial con el finés, y algunos carteles están además en ruso, trilingües.
Como últimas notas para los viajeros os diré que el viaje desde Riga a Tallín lo hicimos en autobús Lux Express (se tardan unas 4 horas, son directos, no merece la pena ir en avión), y que están fenomenal: encontramos una oferta por 12 euros ida y vuelta, y el autobus es muy amplio, con butacas muy espaciosas -tipo Supra-, y el billete incluye wifi, prensa y cafe y té gratis durante el viaje, todo incluido en el billete... De lujo.
En cuanto al hotel, teníamos reservado uno baratito, pero los muy c... nos dejaron tirados y acabamos en el Radisson Blu Olimpia, que sin embargo nos sorprendió porque no se aprovechó y no nos sableó, y tenía unas vistas cojonudas de la ciudad desde la planta 19 en la que estábamos, y con un Spa en la planta 25... Muy recomendable.
Seguiremos informando.
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Tallín es una ciudad con un casco histórico muy bien cuidado, además tiene un aire un poco "alemán" (salvo por la catedral ortodoxa), le pasa lo que a Riga, su pasado hanseático y ruso se nota en muchas de las casas y edificios del centro. De hecho la historia de la ciudad (y de su país, Estonia) es paralela a la de Riga (y de Letonia) que ya he comentado en mi Crónica Báltica nº 1, y los tics nacionalistas y anti-rusos también se reproducen en esta república báltica, pero bueno, eso es otra historia.
Recorrer el citado casco antiguo y rodear sus murallas y torres es una delicia, como os digo está muy bien conservado y es muy bonito, y además como está construido en una pequeña colina las vistas desde algunos miradores son muy buenas.
Lo más conocido es la famosa Plaza del Ayuntamiento, en la Ciudad Vieja (visitad la Antigua Farmacia, de 1422 y aún en funcionamiento, es auténtica...), pero las mejores vistas están en la Colina de la Catedral ("Toompea"), donde están las 2 catedrales, la ortodoxa y la luterana y además las sedes del Parlamento y del Gobierno y de algunas embajadas.
Toda esta zona, muy cerca del Puerto y de la Terminal de Ferries, realmente no es muy grande y la puedes conocer perfectamente en un día. Además es la más turística y está llena de restaurantes y cafeterías (y también de Karaokes -curioso, les debe gustar el género-, y de clubs nocturnos de dudosa reputación); también te encuentras muchas casas de antiguos comerciantes alemanes, con ese estilo alemán-holandés, y algunas antiguas sedes de los gremios, muchos coincidentes con los de Riga: las Cabezas Negras, el Gran Gremio, etc.
Y no dejas de ver alguna "curiosidad" (por ejemplo, una casa de estilo neoclásico que fue primero sede de una asociación de periodistas, y después sede de la KGB en Tallín durante la etapa soviética):
Lo que ya no me gustó tanto es que justo al lado del centro medieval está la zona de negocios con bastantes edificios modernos y muy altos y varios centros comerciales, sin una zona de transición con la ciudad antigua, con lo cual a veces estos edificios tapan o afean la vista general del casco antiguo... Pero bueno, son cosas del desarrollo, o eso dicen.
Otro día fuimos paseando desde el Puerto moderno hasta el Museo Marítimo de Estonia, en el Puerto Viejo (tiene otra sede con documentación y maquetas en la Ciudad Antigua), atravesando una antigua zona industrial hoy medio abandonada. El paseo no es especialmente bonito pero sí muy curioso, y en el Museo Marítimo, en obras, tienen algunos patrulleros de la época soviética y un rompehielos de pricipios del siglo XX, el "Tallin", que dicen que es el mayor que se construyó de vapor, y está en perfecto estado. Pude subirme y fisgar un poco, hasta que me echaron porque fuimos el día de descanso del museo:
Lo que no pudimos ver es la otra joya del museo, un submarino estonio de antes de la Segunda Guerra Mundial, que estaba en una nave en obras y tapado con una lona... Una pena (esta foto es de años anteriores cuando se podía visitar):
También visitamos un gran parque que hay al este de la ciudad, el parque Kadriorg, cerca del mar y donde está la residencia el Presidente y el Palacio Kadriorg, construido por Pedro el Grande y hoy un Museo de arte clásico. En el parque hay varios museos (entre ellos el de arte moderno KUMU) y un enorme auditorio, pero no pudimos visitarlo muy a fondo, la verdad, dimos un paseo y poco más.
La ciudad no es muy grande, tiene unos 400.000 habitantes, y te mueves bastante bien a pié por el centro, pero para ir a algunos puntos hay que coger el tranvía o el autobus, ya que como muchas ciudades soviéticas los extrarradios son muy extensos y se construía bastante disperso. En cuanto a los precios, bastante cara, por el estilo de Riga (el precio estandar de un café eran 2 Euros -por cierto, ya tienen el Euro-).
En general es una ciudad cuyo casco antiguo merece la pena visitar, quizá mejor cuidado y más vistoso que el de Riga, aunque como ciudad en general creo que es más atractiva Riga, sobre todo por la parte modernista, los parques del centro y el ambiente en general.
Y como os decía, otro día pasamos en el ferry a Helsinki (fuimos en Tallink, aunque hay más compañías -Viking y otras-; por cierto, lleno de bares y de tiendas de alcohol -los finlandeses aprovechan el viaje para comprar alcohol y tabaco más baratos-, pero sin butacas para poder echar una cabezada, que lo sepais...), en una travesía por el Golfo de Finlandia que haces en menos de 2 horas y que antes suponía pasar el "telón de acero", llegas a una ciudad mucho más avanzada, en la que también notas que estás en un país "de primera" (sobre todo en los precios, es cara de c...), todo impecable, pero sin embargo no es una ciudad con mucho encanto, y de hecho no tiene un casco antiguo demasiado antiguo; sí tiene algunos edificios curiosos y algunos paseos y parques que no están mal, además de poderte subir a veleros antiguos sin problema (como en Estocolmo)...
Todo impecable, eso sí, pero ya está, no tiene demasiado que destacar. Me gustó bastante la estación central de ferrocarril, las dos Catedrales, y algunas vistas de la costa.
Como curiosidad pudimos colarnos en el Estadio Olímpico.
Me quedaron ganas de ir a una isla-fortaleza-musó que hay en la costa de la ciudad, Suomenlinna... Otra vez será.
Lo que sí notas es la gran diferencia económica que existe entre Estonia y Finlandia, que estando tan cerca geográficamente y culturalmente (hablan lenguas de la misam familia -e ininteligubles ambas-), económicamente están aún a mucha distancia... También es evidente que, a diferencia de los países bálticos, que quieren borrar su pasado reciente a toda costa, en Helsinki conviven con su pasado de dominio sueco, y después ruso, sin mayores problemas. De hecho el sueco es cooficial con el finés, y algunos carteles están además en ruso, trilingües.
Como últimas notas para los viajeros os diré que el viaje desde Riga a Tallín lo hicimos en autobús Lux Express (se tardan unas 4 horas, son directos, no merece la pena ir en avión), y que están fenomenal: encontramos una oferta por 12 euros ida y vuelta, y el autobus es muy amplio, con butacas muy espaciosas -tipo Supra-, y el billete incluye wifi, prensa y cafe y té gratis durante el viaje, todo incluido en el billete... De lujo.
En cuanto al hotel, teníamos reservado uno baratito, pero los muy c... nos dejaron tirados y acabamos en el Radisson Blu Olimpia, que sin embargo nos sorprendió porque no se aprovechó y no nos sableó, y tenía unas vistas cojonudas de la ciudad desde la planta 19 en la que estábamos, y con un Spa en la planta 25... Muy recomendable.
Seguiremos informando.
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martes, 13 de septiembre de 2011
Crónicas Bálticas (3): Bajo el "Síndrome de Estocolmo"
Hace unos días hicimos una escapada a Estocolmo, la famosa capital de los suecos (y de las suecas), y la verdad es que he vuelto con el síndrome homónimo. Y es que ya nada más bajarte del avión te das cuenta de que estás en un país "de primera": una terminal de aeropuerto funcional, con lo necesario y nada más, es decir, economizando recursos (no como las fastuosas e hipertrofiadas terminales de Barajas y de El Prat), pero eso sí, con un tren muy cómodo y rápido (a 210 km/h y decorado al estilo "Ikea") llamado "Arlanda Express" que te deja en el centro de Estocolmo en 20 minutos clavados (y el aeropuerto de Arlanda está a más de 50 kilómetros) y con una salida directa a la calle sin tener que pasar por el vestíbulo central de la estación... Vamos, que ya te vas dando cuenta que estos suecos son como los muebles de Ikea, económicos y prácticos en todo. Eso sí, el tren en cuestión vale unos 28 euros al cambio -los suecos no tienen euros, siguen son sus coronas, 1 euro equivale a unas 9 coronas- (aunque compensa porque el taxi vale el doble y tarda más, y el autobús vale menos pero tarda más aún).
[Así que ya desde el principio empiezas a ver la otra cara de la moneda en Suecia: un país de primera pero donde está todo carísimo, muchas cosas al doble de precio que en España. Preparad la cartera porque es una ciudad cara, pero bueno, ya se sabe que la calidad tiene un precio...]
La ciudad en sí es una gozada, pues está edificada en varias islas, con lo cual tienes el mar siempre a mano, y con aguas tan limpias que la gente se bañaba tranquilamente (de lo fría que estuviese ya no digo nada), y también vimos pescar un salmón en pleno centro de la ciudad.
Y la arquitectura es una curiosa mezcla entre zonas clásicas-históricas y zonas más modernas y funcionales, pero en una curiosa armonía que se puede resumir en la vista desde una terraza de Gamla Stam (la isla donde está el centro histórico de la ciudad):
La vista es la del barrio Södermalm, una mezcla de edificios clásicos y modernos con luces de neón, etc. con los trenes y el metro pasando por los puentes constantemente (os resultará familiar a los que hayais leido los libros de Millenium o visto las películas basadas en los mismos, pues varios protagonistas vivían en este barrio).
Y estando en un archipiélago es una ciudad muy bonita y diferente de otras, con una luz muy especial, y con una estructura singular: tiene la isla-parque, la isla de los museos, la isla-casco antiguo, la isla-parlamento, la isla-albergue..., de hecho uno de los albergues juveniles de la ciudad es un velero atracado en una isla cerca del centro histórico y de la isla de los museos, el "STF Hostel Af Chapman", realmente original y curioso, muy recomendable porque no es caro y está realmente céntrico.
Y también hay una isla llena de barcos usados como casas permanentes, curiosísimo, me gustó mucho. En general ves muchísimos barcos de todo tipo por toda la ciudad, lo cual es otra cosa que la hace diferente.
Una forma curiosa de ver la ciudad es coger un barco panorámico (cosa que hicimos, hay que "turistear" un poco). Pero a pesar de tanta isla la verdad es que se puede recorrer a pie casi todo el centro de la ciudad, porque tampoco es demasiado extensa, así que del transporte público no os puedo contar demasiado porque no lo utilizamos en todo el fin de semana (salvo el tren del aeropuerto que os comenté antes), pero sí vimos que todos los autobuses eran de "bio-gas", que había estaciones de metro por todas partes, y que también había "ferries" urbanos entre algunas islas. Nos dijeron que era muy eficaz, pero eso si, muy caro (el billete de un viaje vale unos 4 euros al cambio).
Pero además de pasear la ciudad la recirrimos en bici: alquilamos una bici para recorrer la ciudad (además nos hizo un tiempo muy bueno). El Ayuntamiento de Estocolmo tiene un servicio de alquiler de bicis, "Stockholm City Bike", muy parecido al del Bicing de Barcelona (de hecho lo gestiona la misma empresa, con lo que las bicis son idénticas solo que en vez de rojas son negras), aunque está pensado también para el turista y tienen una tarjeta de 3 días por unos unos 18 Euros, muy razonable.
Por poner un pero, el servicio finaliza a las 10 de la noche (aunque puedes devolverla hasta la una), y el sistema de pedales bloqueados es un poco incómodo (hay que quejarse de algo, que se note que somos españoles, ja, ja).
Museos hay muchos y muy variados, nosotros escogimos el Museo Vasa, que contiene un galeón auténtico del Siglo XVII que reflotaron en los años 60 y restauraron a conciencia (menuda inversión en dinero y en medios,es para alucinar), probablemente es el único lugar del mundo en el que se puede ver un galeón auténtico, no reconstrucciones. Dicen que se conservó durante 3 siglos gracias a que el mar Báltico casi no tiene sal, ni tampoco moluscos, y durante muchos años la bahía de Estocolmo tampoco tenía oxígeno en sus aguas por la elevada contaminación (antes la ciudad tiraba las basuras al mar), con lo cual la madera no se pudrió ni se desintegró:
Nos alojamos en el "Nordic Sea Hotel", justo al lado de la estación central de trenes, a un paso del centro, y famoso en la ciudad porque dentro del mismo está el "Ice Bar", un "refrescante bar de copas... donde por supuesto entramos -con el reglamentario poncho térmico- y nos tomamos un pelotazo en sus vasos cuadrados de hielo.
Un poco carete (unos 18 euros al cambio), pero es una experiencia bastante diferente, nos dijeron que en Estocolmo era de lo más "cool" (¿o a lo mejor querían decir "cold"?). De la vida nocturna de Estocolmo es lo único que vimos, no nos dió tiempo a más. Bueno, sí que fuimos un día al barrio Södermalm, que nos dijeron que era el barrio "de salir" en Estocolmo, con ambiente moderno, bohemio... y sí nos tomamos un par de cervezas pero por la tarde (a 6-7 euros la pinta de cerveza).
De la comida no hay mucho que decir, en este tema los suecos no pueden dar muchas lecciones, y de hecho se ponen morados de comida rápida... Pero bueno, sí que probamos la títpica comida sueca: las albóndigas, el salmón, las patatas, los arenques... Aunque también lo podeis comprar en las tiendas suecas del Ikea.
Otro detalle práctico: unas máquinas limpiadoras de zapatos que vimos en los pasillos del hotel, en la estación de tren y en el aeropuerto, realmente curiosas... y eficaces, te dejaban los zapatos impecables en 2 minutos:
En fin, la ciudad me ha encantado y me quedé con las ganas de ver más cosas y de visitar también algun pueblo de los alrededores, el norte del país y sus enormes bosques, Gotemburgo, Uppsala, la ciudad universitaria de Suecia, etc... Pero bueno, hay que dejar cosas para futuros viajes... Desde luego que es un país para repetir, y en el que se respira calidad de vida en todos los sentidos.
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lunes, 29 de agosto de 2011
Resacón en Estoril
Este año la "quedada" (nuevamente con una baja, no hay manera de juntarse los 6...) se organizó en Estoril, ciudad a las afueras de Lisboa cuyos iconos son el Casino, el circuito de velocidad y las residencias palaciegas a orillas del mar, algunas de las cuales sirvieron de residencia de varios monarcas exiliados (lo cual es paradójico, monarcas que se exilian en una República...).
La ciudad en si es tranquila -incluso algo demasiado tranquila-, con algunas villas mirando al mar impresionantes, una playa llena de gente en verano (por lo pequeña que es, entre otras cosas), un paseo marítimo hasta Cascais de unos 3 kilómetros (nos lo pateamos enterito, oiga), y su famoso Casino que a pesar de su solera está en un edificio moderno y lleno de luces de colores:
Uno de los días nos fuimos a hacer el turista a Lisboa capital, y visitamos los sitios típicos: la Torre de Belem, el Monasterio de los Jerónimos (donde están las tumbas de Vasco de Gama y de Luis de Camoens), el Castillo de San Jorge, las plazas del centro (la de Rossio, la del Comercio, la de Figueira...), etc.
Vamos, que cumplimos con el pateo preceptivo de todo visitante de la capital lusa, aunque hay que decir que la ciudad tiene su encanto y que merece la pena darse la pateada y subir las cuestas (aunque a veces te puedes ayudar de los simpáticos tranvías) porque, por ejemplo, las vistas desde el castillo o desde el elevador son impresionantes. Se quedaron en el tintero otras visitas cercanas (Sintra, Óvidos, el Museo Gulbenkian, el jardín botánico "la Estufa"...), pero tampoco es cuestión de verlo todo en un sólo viaje, así hay una excusa para volver... Y además la próxima vez nos sacaremos el billete combinado de 10 Euros para todos los transportes, porque como vayas sacando billetes sueltos es un sableo total (de ve que las medidas anticrisis del Gobierno Portugués han empezado por subir los billetes de bus y tranvía).
Os dejo unas fotos de nuestra excursión a Lisboa:
El Monumento a los Descubridores:
El Puente 25 de abril:
La Plaza del Comercio:
La Plaza Rossio:
Y los tranvías amarillos callejeando por la parte antigua:
Pero no sólo de cultura vive el hombre, y nosotros no fuimos sólo a conocer los atractivos históricos y paisajísticos de Estoril, sino también a conocer su ambiente nocturno, y la verdad es que fue en cierto modo sorprendente: Garitos había pocos, y enseguida nos comentaron que la gente se tomaba una copa en una terraza cercana o en el Casino y después iba de fiesta a Lisboa; el más animado era una discoteca al aire libre en la playa que resultó ser de un pijerío total, con los chicos y chicas más monos del lugar luciendo marquitas, etc., lo cual al cabo de un rato nos cansó y nos fuimos; luego encontramos justo debajo del Hotel un garito de ambiente brasileño donde o bailabas o te limitabas a mirar cómo otros bailaban; y para terminar la noche encontramos un garito de mala muerte, "Bar Da Tina", justo enfrente del Hotel, bastante surrealista, la verdad.
Ante la perspectiva nocturna "diferente" y limitada tuvimos que hacer el mismo circuito las 3 noches (bueno, una sí que fuimos además al Casino), con lo que nos lo acabamos conociendo al dedillo...
Y también ha habido gastronomía (excelentes los pescados y los arroces)...
...y siestas, y mucha tumbona en la piscina del Hotel y en la playa... Sino ¿qué clase de escapada de vacaciones sería?
Y claro, también hubo tertulia política, filosófica y de la otra, y he de decir que flotaba cierto pesimismo "político-existencial" entre nosotros, pero eso es otra historia... Aunque como apunte diré que la coversación con el barman del Hotel sobre el impuesto especial anticrisis (el Gobierno va a cobrarse la mitad de la paga extra de Navidad) y sobre las desgravaciones fiscales de los millonarios portugueses fue toda una lección de "Real-Politik"...
En definitiva, Estoril no ha estado mal pero ha resultado ser algo demasiado tranquilo; en cambio Lisboa es un destino muy recomendable, aunque se nos quedaron varias cosas por hacer y conocer (especialmente por la noche), por lo que es probable que volvamos, Portugal siempre es una opción.
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