viernes, 24 de septiembre de 2010

Feisbuk y yo


Esto del Feisbuk (Facebook, como lo escriben los que saben) me resulta cada día más curioso. Ya os adelanto que servidor usa muy, muy poco la famosa red social que se supone que nos facilita más la comunicación y que potencia las "redes sociales" (¿qué será eso de las redes sociales?). De hecho me dí de alta después de recibir decenas de invitaciones, y como no acabo de verle el gustillo a publicar decenas de fotos, de coleccionar decenas o centenares de contactos (de "amigos", pero ¿cómo se puede ser amigo al mismo tiempo de 347 personas, de interesarse por sus 347 trabajos, sus 347 vacaciones, etc.?), de hacerme "amigo" de artistas, políticos y demás familia que seguramente jaamás se ponen al teclado a contestar ninguna entrada, y de mostrar al mundo mi agenda y mis intimidades, pues como que mi "muro" (otro término Feisbukero) resulta un poco aburrido para los iniciados.

En fin, que como podeis adivinar, no soy un fan de Feisbuk y sigo fiel a las herramientas interneteras clásicas (es curioso, Internet lleva apenas 15 años entre nosotros y ya tiene clásicos...) como el email, los blogs, los foros, los chats (aunque tampoco soy muy chateador, pero eso lo dejaremos para otra ocasión). Así, la mayor utilidad que le veo al asunto feisbukero es, aparte del de haber hecho millonario a su creador, el de cargarse -con el consentimiento del afectado- la poca intimidad que nos quedaba en la red, y facilitar la ciber-delincuencia.

Pero reconozco que en esto, como en tantas otras cosas, voy contra corriente y que el tema va a más, habiendo eclipsado a herramientas anteriores que en su día revolucionaron las redes sociales (otra vez el término): Second Life, My Space... Y que asimismo le han salido imitadores con más o menos éxito, incluso en España, con el famoso Tuenti para adolescentes (y que acaba de caer en las garras de Telefónica).

Por eso, aunque no me guste mucho ni lo use apenas, tampoco me doy de baja, porque a mi también me gusta fisgar las vidas ajenas, y si son de conocidos, más...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Visita espiritual de un laico


El pasado domingo volvía yo en coche de mi pueblo (¡ ay, esas vacaciones que se han terminado casi antes de empezarlas !) cruzando todo el norte de España, y en una de mis decisiones irracionales decidí dejar las autovías y ahorrarme unos kilómetros viajando por carreteras secundarias. Cuando cruzaba la provincia de Burgos me percaté de que estaba a pocos kilómetros de Santo Domingo de Silos, y como tenía pendiente visitar el famoso claustro decidí acercarme.

El claustro no lo pude ver (ya es la segunda vez que me pasa, cierran a las 6 de la tarde), pero llegué justo cuando comenzaba la misa cantada en latín de sus monjes benedictinos (para los viajeros interesados, es a las 7 de la tarde, creo que todos los días), y me quedé con intención de escuchar unos minutos. Ya adelanto que uno es pelín laico y que hacía años que no asistía a una misa... Pero el caso es que me quedé los 45 minutos que duró la ceremonia, y es que la música era una delicia, y la paz que se repiraba en la enorme iglesia del monasterio le daba al momento una magia especial... Total, que ahí estaba yo, absorto con la música y las sensaciones "espirituales" de los monjes de Silos... Por cierto, aunque el monasterio es enorme, lo habitan sólo una veintena de monjes, pero me sorprendió que había varios novicios, lo que me hizo replantearme mi habitual escepticismo sobre la existencia de vocaciones religiosas en nuestra sociedad... ¿qué impulsará hoy en día a un joven urbanita a "enclaustrarse" en unas montañas perdidas de Burgos? ¿Será la fé, o quizá el deseo de tranquilidad y sosiego?

En cualquier caso, la visita es una experiencia que recomiendo al viajero, aunque no sea creyente ni demasiado "espiritual" (como es mi caso).

No obstante lo anterior, hay que decir que estos monjes se han modernizado, tienen una página web propia en la que te puedes descargar fragmentos de sus rezos cantados, ofrecen habitaciones en su hospedería... Y es que los tiempos avanzan que es una barbaridad, y esto de ser monje benedictino ya no es lo que era, ja, ja.

Luego me dí un paseo por el pueblo (el monasterio, enorme, no está a las afueras sino en pleno pueblo, de hecho la iglesia linda con la plaza), un bonito lugar algo "turistificado" pero no masificado, lleno de casas de piedra y entre montañas y bosques, y cerca de un pequeño cañón, el "Desfiladero de la Yecla"...

En definitiva, una visita muy recomendable para pasar un día (o varios) tranquilo y lejos del mundanal ruido... Aunque la visita hizo que llegase a Barcelona a las 2 y media de la madrugada... Cosas que pasan.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

De guía por el Viejo Reino


Estos días estoy de vacaciones en León, de donde provengo (aunque nací en otras tierras norteñas), y M me ha hecho una visita que tenía pendiente desde hace tiempo, visita que agradezco por varias razones: por el esfuerzo del viaje, por la grata compañía de esos días, y... tambien por permitirme estar de vacaciones 4 días, ya que el resto de mis teóricas "vacaciones" me las estoy pasando haciendo bricolaje (que no me gusta nada, nada) para mis progenitores en la casa del pueblo... En fin, cosas que pasan.

Pero esta entrada no os va a contar los pormenores del viaje por León ciudad y por parte de su provincia, ya que M lo ha hecho de una manera insuperable en su Blog "cesto de pensamientos", por lo que no cabe sino redireccionaros al mismo y no quitar ni poner ni una coma...

Bueno, sí que voy a poner una coma más, y es que además de todas las actividades que relata M en su Blog, también nos regalamos una tarde en un Spa urbano, "Balneapolis" con un masaje final de 45 minutos que nos dejó como nuevos (hay que cuidarse, amigos, y ya sabeis que "mens sana in corpore sano", "la caridad bien entendida comienza por uno mismo", "carpe diem", y demás dichos que se puedan citar al caso).

Y también visitamos el pueblo de mis padres, Valderas:
Una villa de campos venida a menos pero con una historia y un patrimonio artístico dignos de una visita del viajero, que recomiendo que incluya una ruta de vinos y tapas y una comida de su plato típico, el "Bacalao al ajo arriero", regado con un vino de sus viñedos de "Prieto Picudo" (D.O. Tierra de León):


En fin, perdonen mis lectores por esta entrada turístico-festivo-gastronómica, el lunes vuelvo a Barcelona, a la oficina y a la cruda realidad, y supongo que este Blog volverá por sus fueros (si es que tiene alguno).

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