miércoles, 15 de septiembre de 2010
Visita espiritual de un laico
El pasado domingo volvía yo en coche de mi pueblo (¡ ay, esas vacaciones que se han terminado casi antes de empezarlas !) cruzando todo el norte de España, y en una de mis decisiones irracionales decidí dejar las autovías y ahorrarme unos kilómetros viajando por carreteras secundarias. Cuando cruzaba la provincia de Burgos me percaté de que estaba a pocos kilómetros de Santo Domingo de Silos, y como tenía pendiente visitar el famoso claustro decidí acercarme.
El claustro no lo pude ver (ya es la segunda vez que me pasa, cierran a las 6 de la tarde), pero llegué justo cuando comenzaba la misa cantada en latín de sus monjes benedictinos (para los viajeros interesados, es a las 7 de la tarde, creo que todos los días), y me quedé con intención de escuchar unos minutos. Ya adelanto que uno es pelín laico y que hacía años que no asistía a una misa... Pero el caso es que me quedé los 45 minutos que duró la ceremonia, y es que la música era una delicia, y la paz que se repiraba en la enorme iglesia del monasterio le daba al momento una magia especial... Total, que ahí estaba yo, absorto con la música y las sensaciones "espirituales" de los monjes de Silos... Por cierto, aunque el monasterio es enorme, lo habitan sólo una veintena de monjes, pero me sorprendió que había varios novicios, lo que me hizo replantearme mi habitual escepticismo sobre la existencia de vocaciones religiosas en nuestra sociedad... ¿qué impulsará hoy en día a un joven urbanita a "enclaustrarse" en unas montañas perdidas de Burgos? ¿Será la fé, o quizá el deseo de tranquilidad y sosiego?
En cualquier caso, la visita es una experiencia que recomiendo al viajero, aunque no sea creyente ni demasiado "espiritual" (como es mi caso).
No obstante lo anterior, hay que decir que estos monjes se han modernizado, tienen una página web propia en la que te puedes descargar fragmentos de sus rezos cantados, ofrecen habitaciones en su hospedería... Y es que los tiempos avanzan que es una barbaridad, y esto de ser monje benedictino ya no es lo que era, ja, ja.
Luego me dí un paseo por el pueblo (el monasterio, enorme, no está a las afueras sino en pleno pueblo, de hecho la iglesia linda con la plaza), un bonito lugar algo "turistificado" pero no masificado, lleno de casas de piedra y entre montañas y bosques, y cerca de un pequeño cañón, el "Desfiladero de la Yecla"...
En definitiva, una visita muy recomendable para pasar un día (o varios) tranquilo y lejos del mundanal ruido... Aunque la visita hizo que llegase a Barcelona a las 2 y media de la madrugada... Cosas que pasan.
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Justo en estos días de ocio me plantee pasar unos días allí, en la hospedería del monasterio, para compartir la música de la que hablas, el silencio, quien sabe si la espiritualidad. Uno no es pelín laico, sino mucho, pero siempre ha tenido curiosidad por estos sitios, visita cultural aparte. En fin, que lo tendré que dejar para otra vez.
ResponderEliminarMmmm, tranquilidad, y sosiego, bonitos paisajes, buena música, seguro que se come muy bien, y si además tienen internet... Ten cuidado, no te vayas a encandilar demasiado con la vida monacal ... me han dicho que andan a la caza y captura de novicios desprevenidos :P
ResponderEliminarNovicio, novicio... Los que ví eran unos pipiolos de 20 o 20 y pocos años... Yo ya estoy talludito, sería más bien Fray Barrigón, ja, ja.
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