martes, 13 de septiembre de 2011
Crónicas Bálticas (3): Bajo el "Síndrome de Estocolmo"
Hace unos días hicimos una escapada a Estocolmo, la famosa capital de los suecos (y de las suecas), y la verdad es que he vuelto con el síndrome homónimo. Y es que ya nada más bajarte del avión te das cuenta de que estás en un país "de primera": una terminal de aeropuerto funcional, con lo necesario y nada más, es decir, economizando recursos (no como las fastuosas e hipertrofiadas terminales de Barajas y de El Prat), pero eso sí, con un tren muy cómodo y rápido (a 210 km/h y decorado al estilo "Ikea") llamado "Arlanda Express" que te deja en el centro de Estocolmo en 20 minutos clavados (y el aeropuerto de Arlanda está a más de 50 kilómetros) y con una salida directa a la calle sin tener que pasar por el vestíbulo central de la estación... Vamos, que ya te vas dando cuenta que estos suecos son como los muebles de Ikea, económicos y prácticos en todo. Eso sí, el tren en cuestión vale unos 28 euros al cambio -los suecos no tienen euros, siguen son sus coronas, 1 euro equivale a unas 9 coronas- (aunque compensa porque el taxi vale el doble y tarda más, y el autobús vale menos pero tarda más aún).
[Así que ya desde el principio empiezas a ver la otra cara de la moneda en Suecia: un país de primera pero donde está todo carísimo, muchas cosas al doble de precio que en España. Preparad la cartera porque es una ciudad cara, pero bueno, ya se sabe que la calidad tiene un precio...]
La ciudad en sí es una gozada, pues está edificada en varias islas, con lo cual tienes el mar siempre a mano, y con aguas tan limpias que la gente se bañaba tranquilamente (de lo fría que estuviese ya no digo nada), y también vimos pescar un salmón en pleno centro de la ciudad.
Y la arquitectura es una curiosa mezcla entre zonas clásicas-históricas y zonas más modernas y funcionales, pero en una curiosa armonía que se puede resumir en la vista desde una terraza de Gamla Stam (la isla donde está el centro histórico de la ciudad):
La vista es la del barrio Södermalm, una mezcla de edificios clásicos y modernos con luces de neón, etc. con los trenes y el metro pasando por los puentes constantemente (os resultará familiar a los que hayais leido los libros de Millenium o visto las películas basadas en los mismos, pues varios protagonistas vivían en este barrio).
Y estando en un archipiélago es una ciudad muy bonita y diferente de otras, con una luz muy especial, y con una estructura singular: tiene la isla-parque, la isla de los museos, la isla-casco antiguo, la isla-parlamento, la isla-albergue..., de hecho uno de los albergues juveniles de la ciudad es un velero atracado en una isla cerca del centro histórico y de la isla de los museos, el "STF Hostel Af Chapman", realmente original y curioso, muy recomendable porque no es caro y está realmente céntrico.
Y también hay una isla llena de barcos usados como casas permanentes, curiosísimo, me gustó mucho. En general ves muchísimos barcos de todo tipo por toda la ciudad, lo cual es otra cosa que la hace diferente.
Una forma curiosa de ver la ciudad es coger un barco panorámico (cosa que hicimos, hay que "turistear" un poco). Pero a pesar de tanta isla la verdad es que se puede recorrer a pie casi todo el centro de la ciudad, porque tampoco es demasiado extensa, así que del transporte público no os puedo contar demasiado porque no lo utilizamos en todo el fin de semana (salvo el tren del aeropuerto que os comenté antes), pero sí vimos que todos los autobuses eran de "bio-gas", que había estaciones de metro por todas partes, y que también había "ferries" urbanos entre algunas islas. Nos dijeron que era muy eficaz, pero eso si, muy caro (el billete de un viaje vale unos 4 euros al cambio).
Pero además de pasear la ciudad la recirrimos en bici: alquilamos una bici para recorrer la ciudad (además nos hizo un tiempo muy bueno). El Ayuntamiento de Estocolmo tiene un servicio de alquiler de bicis, "Stockholm City Bike", muy parecido al del Bicing de Barcelona (de hecho lo gestiona la misma empresa, con lo que las bicis son idénticas solo que en vez de rojas son negras), aunque está pensado también para el turista y tienen una tarjeta de 3 días por unos unos 18 Euros, muy razonable.
Por poner un pero, el servicio finaliza a las 10 de la noche (aunque puedes devolverla hasta la una), y el sistema de pedales bloqueados es un poco incómodo (hay que quejarse de algo, que se note que somos españoles, ja, ja).
Museos hay muchos y muy variados, nosotros escogimos el Museo Vasa, que contiene un galeón auténtico del Siglo XVII que reflotaron en los años 60 y restauraron a conciencia (menuda inversión en dinero y en medios,es para alucinar), probablemente es el único lugar del mundo en el que se puede ver un galeón auténtico, no reconstrucciones. Dicen que se conservó durante 3 siglos gracias a que el mar Báltico casi no tiene sal, ni tampoco moluscos, y durante muchos años la bahía de Estocolmo tampoco tenía oxígeno en sus aguas por la elevada contaminación (antes la ciudad tiraba las basuras al mar), con lo cual la madera no se pudrió ni se desintegró:
Nos alojamos en el "Nordic Sea Hotel", justo al lado de la estación central de trenes, a un paso del centro, y famoso en la ciudad porque dentro del mismo está el "Ice Bar", un "refrescante bar de copas... donde por supuesto entramos -con el reglamentario poncho térmico- y nos tomamos un pelotazo en sus vasos cuadrados de hielo.
Un poco carete (unos 18 euros al cambio), pero es una experiencia bastante diferente, nos dijeron que en Estocolmo era de lo más "cool" (¿o a lo mejor querían decir "cold"?). De la vida nocturna de Estocolmo es lo único que vimos, no nos dió tiempo a más. Bueno, sí que fuimos un día al barrio Södermalm, que nos dijeron que era el barrio "de salir" en Estocolmo, con ambiente moderno, bohemio... y sí nos tomamos un par de cervezas pero por la tarde (a 6-7 euros la pinta de cerveza).
De la comida no hay mucho que decir, en este tema los suecos no pueden dar muchas lecciones, y de hecho se ponen morados de comida rápida... Pero bueno, sí que probamos la títpica comida sueca: las albóndigas, el salmón, las patatas, los arenques... Aunque también lo podeis comprar en las tiendas suecas del Ikea.
Otro detalle práctico: unas máquinas limpiadoras de zapatos que vimos en los pasillos del hotel, en la estación de tren y en el aeropuerto, realmente curiosas... y eficaces, te dejaban los zapatos impecables en 2 minutos:
En fin, la ciudad me ha encantado y me quedé con las ganas de ver más cosas y de visitar también algun pueblo de los alrededores, el norte del país y sus enormes bosques, Gotemburgo, Uppsala, la ciudad universitaria de Suecia, etc... Pero bueno, hay que dejar cosas para futuros viajes... Desde luego que es un país para repetir, y en el que se respira calidad de vida en todos los sentidos.
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